CUENTO
Diana Laura Nieto Galan
Ella
se llamaba Lía era una niña muy inteligente y con una apariencia física
bastante agradable a la vista, era una persona muy solidaria, responsable y
amable entre otras cualidades; era en general una pequeña bastante
agradable, pero Lía también tenía defectos, era bastante insegura y tímida. Lía
como cualquier pequeña tenía un mejor amigo llamado Mario. Mario había sido
como el hermano que nunca tuvo, ellos crecieron juntos desde bebes y se
llevaron bien desde el primer instante puesto que tenían muchas cosas en común
dándose entre ellos una compatibilidad inmediata. El papá de Mario era un gran
doctor pero, lamentablemente era alcohólico y su madre era aparentemente
un ama de casa que se dedicaba a gastar el dinero en reuniones sociales con sus
amigas, mujeres sin que hacer al igual que ella. Mario y Lía eran pequeños
desatendidos solo que los papás de Lía a diferencia de los papás de Mario, eran
grandes empresarios
muy ocupados y por ende la empresa les absorbía todo su tiempo
haciéndoles olvidar por instantes que tenían una hija a la cual necesitaban
proveer no sólo de bienes materiales sino también de afecto.
Un
día mientras Lía Y Mario daban el rutinario paseo por el parque después de la
escuela; Mario comenzó a platicar con Lía y con lágrimas en los ojos le dijo
que sus padres iban a separarse y que eso le dolía mucho ya que aunque no
convivía mucho con ellos tenía la esperanza de que algún día sus padres se
llevarán mejor y ahora todas sus esperanzas habían sido aplastadas en un
instante con esa noticia, Lía no soporto ver sufrir a su casi hermano y casi al
instante comenzó a idear un plan para unir a los papás de Mario otra vez. Las
siguientes semanas que transcurrieron Lía comenzó a observar a sus padres que
si bien no habían llegado a separarse estaban cada vez más
distantes y después de varias
semanas llegó a la conclusión de que todos los padres eran muy complicados y
que en cierta etapa del llamado “matrimonio” todos peleaban hasta por el color
de los calcetines. Lía había llegado a esta conclusión después de haber oído
una fuerte discusión entre sus padres, que precisamente peleaban por la mala
combinación que el padre de Lía había hecho con su corbata y calcetines (esto
le pareció muy gracioso y muy tonto a la vez). Después de haber observado
varias semanas el comportamiento de sus padres, Lía le pidió a Mario que
hiciera lo mismo que observara como era la relación entre sus padres y que
estuviera atento a las discusiones que sus padres llegaran a tener y que
pusiera mucha atención a la causa de la discusión, Mario no muy convencido y
tampoco seguro de lo que Lía quería probar, accedió; las semanas que
continuaron Mario observó el comportamiento de sus padres y se dio cuenta que
sus papás peleaban por cosas muy tontas al igual que los de Lía y eran
cosas que en muchas ocasiones no tenían sentido, como los calcetines. Un día
mientras estaban en la escuela Lía y Mario encontraron al profesor Raúl
su profesor de formación valoral y le dijeron que tenían una duda
acerca de los mayores pero que en concreto de los matrimonios, el profesor Raúl
interesado y extrañado a la vez les dijo que sí él podía resolver su duda con
gusto lo haría pero que antes los llevaría a un lugar en el cual harían nuevos
amigos y era más apropiado hablar que la escuela, ellos contentos aceptaron,
por la tarde el profesor Raúl los llevó a la ciudad de los niños que era
un lugar en el cual atendían a niños que habían sido abandonados, una vez ahí
el profesor pregunto a Lía y a Mario cuál era su pregunta y ellos dijeron ¿Por
qué los papás pelean por los calcetines? el profesor no pudo contestar de
inmediato ya que sin duda era una pregunta con muchas interrogantes y que nunca
antes le habían hecho, el profesor Raúl antes de intentar dar una respuesta pregunto
¿Por qué hacían esa pregunta? A lo que Lía y Mario contestaron que debido a su
situación familiar. El profesor Raúl después de un rato intentando contestar a
su pregunta les dijo que todos cuando crecían tenían diferentes tipos de
problemas y que a veces no eran fáciles de controlar y que
desgraciadamente esos problemas terminaban afectando a inocentes como
ellos; esa tarde el profesor Raúl les dijo que sí algún día necesitaban ayuda
podrían encontrarlo en la ciudad de los niños y que nunca estarían solos ya que
se tenían el uno al otro y que también él estaría para ellos cuando lo
necesitaran. Días después Lía escucho una discusión muy fuerte entre sus
padres, y tiempo después vio salir a su padre con un par de maletas de su casa,
Lía era pequeña pero sabía
perfectamente lo que eso significaba así que al anochecer salió de su casa y se
dirigió a casa de Mario, una vez ahí le dijo a Mario que ella no quería seguir
en su casa que las cosas estaban muy mal entre sus papás y que necesitaba salir
de ahí, Mario le dijo que él tampoco quería seguir en su casa ya que faltaba
poco para que sus papás se separarán definitivamente entonces, los dos
decidieron huir de sus desbaratados hogares, Lía le dijo a Mario que si bien no
había logrado unir a sus padres, por lo menos lejos de ellos no sufrirían,
entonces, esa noche los dos alejándose de sus casas pensaron a dónde irían, Lía
dijo que podían ir a casa de Rodrigo, un compañero de ellos, Mario dijo que no
porque Rodrigo era muy chismoso y abriría la boca de inmediato, después Mario
dijo que fueran a casa de Mayra una amiga de él y Lía dijo que no porque no le
daba confianza; mientras pensaban que harían llegaron a un parque y se sentaron
ya que estaban cansados y tenían mucho sueño, se sentaron en una banca y
mientras hablaban se fueron quedando dormidos.
A la mañana del sábado siguiente ni la mamá de
Lía, ni los papás de Mario se habían percatado de que ninguno de ellos estaba;
mientras tanto Lía y Mario que se encontraban en el parque recordaron a su
maestro Raúl y se acordaron de la ciudad de los niños, sabían que ahí podían ir
ya que, ahí atendían a los niños que eran abandonados y que no tenían a donde
ir, de inmediato se dirigieron para haya, mientras tanto el día ya había
transcurrido y fue entonces cuando los papás de Mario se dieron cuenta de que
no estaba y ni siquiera había dormido en su casa, entonces le hablaron a la
mamá de Lía que se encontraba en una típica reunión con sus amigas y no se
había percatado aun de la falta de Lía, al darse cuenta los papás de ambos
niños de la “desaparición” de sus hijos, por primera vez en su vida sintieron
una angustia y un miedo terrible, las mamás de ambos lloraban los papás estaban
preocupados, habían dejado sus trabajos y habían comenzado a buscarlos, pasaron
el fin de semana completo buscándolos sin embargo fue inútil ya que no los
hallaron. El lunes muy temprano se presentaron en
la escuela para pedir ayuda a los
alumnos y profesores, el profesor Raúl ofreció su ayuda para poder encontrarlos,
primero fue al parque al que Lía y Mario acostumbraban ir, después fue a casa
de Mayra y Rodrigo pero nada y finalmente regreso al parque en donde estaban
reunidos todos los profesores y papás para continuar la búsqueda, estando ahí
el profesor Raúl recordó lo que había platicado con ellos y de inmediato dijo a
los padres que creía saber dónde estaban sus hijos, como era de esperarse se
dirigió a la ciudad de los niños donde efectivamente se hallaban Lía y Mario,
al verlos sus papás se alegraron tanto que corrieron a abrazarlos (algo que no
hacían frecuentemente). Ese día cuando todos estaban más tranquilos platicaron
acerca de lo que pasaba; el papá de Lía acordó regresar a la casa y convivir
más tiempo con Lía, mientras tanto él y su esposa quedaron en hablar sus
problemas y evitar discusiones absurdas, los papás de Mario anularon su
divorcio y acordaron intentar levantar a su familia de nuevo. Al día siguiente
en la escuela Lía y Mario hablaron con su profesor y le dieron las gracias ya
que de no haber sido por él en primera no hubieran sabido a donde ir y en
segunda no los hubieran encontrado; el profesor dijo que no había nada que
agradecer pero les pedía que prometieran no volver a hacer eso, ellos
accedieron a la promesa. Días después la familia de Mario y Lía se reunieron
para comer y antes de iniciar la comida hicieron una oración en la cual Lía y
Mario dijeron:
-Señor
hoy te damos gracias porque nuestras familias están unidas de nuevo y te
pedimos porque elimines de la faz de la tierra las típicas peleas por los
calcetines. Gracias.
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