Por Ethel Elvira Carrillo Arias
Era
la aldea Masapan, una aldea muy hermosa donde toda la gente en navidad ansiaba
comprar ya los dulces de Charlotte, eran los más ricos de toda la aldea, y en
diciembre era la época donde los hacía. Charlotte era una joven muy bella por
dentro y por fuera que vivía con su mamá, una señora muy alegre y optimista, en
una cabaña de madera justo en el centro de la aldea, Charlotte desde pequeña
aprendió a hacer dulces y galletas de su padre y veía como la gente se
deleitaba con ellos y la felicidad que había en navidad todos los años, pero
este falleció en el bosque cuando fue a buscar las ciruelas más ricas para las
galletas, pero como en Masapan había montañas y era diciembre la nieve estaba
hasta el tope y calló una avalancha y ya no pudieron encontrar a su papá,
Charlotte apenas tenía 8 y para recordarlo seguía haciendo esos dulces porque
siempre recordó las palabras de su padre “Las cosas dulces hacen la felicidad
de las personas, recuérdalo hija tu eres tan dulce como el até, tú y tu madre
me hacen dulce mi vida”.
Masapan
era una aldea pequeña que estaba bajo el mando de los reyes, la Reina Crissmey
y el Rey Evan que tenía a sus hijos unos jóvenes muy apuestos, Gael y Josh eran
gemelos pero ellos no habían vivido con sus padres ya que se habían ido a
estudiar música a España, a Gael le encantaba el piano y Josh el violín, así que este era su primer
navidad después de 8 años con sus padres.
Cada
navidad los reyes mandaban a pedir 15 canastas de dulces para pasarla muy bien,
al Rey le encantaba los bombones con capas de chocolate y chispas de colores,
la Reyna se deleitaba con las galletas de jengibre en forma de campanas o
cascanueces, de chiquitos a Josh le gustaba las chocoretas y a Gael el até de
guayaba, mandaron a la cocinera a pedir los dulces pero esta se encontraba un
poco enferma así que Gael se ofreció a ir, no recordaba el pueblo Masapan y
quería echar un vistazo y saludar a viejos amigos.
Gael:
Madre no te preocupes, quisiera ir al pueblo a visitar a unos amigos si quieres
puedo pasar por los dulces y que Josh me acompañe.
Josh:
Claro hermano así escogeré los dulces que más me gustan.
Reina
Crissmey: Está bien hijo, pero me traen una canasta de puras galletas.
Charlotte
y los príncipes ya se había conocido, unas dos veces habían jugado en los
juegos mecánicos de la feria que se ponía en la aldea pero sus recuerdos eran
vagos de los tres. Gael, aún en sus recuerdos recordaba muy claramente como
Charlotte que su primer beso e lo habían dado ellos en la rueda de la fortuna
cuando esta se paró y ellos quedaron arriba pero tan sólo eran unos niños.
Cuando
Gael salió en busca de esos dulces, veía a toda la aldea tan feliz buscando
arreglos para todas sus puertas, las luces, y los papás de un lado a otro
viendo que regalos comprar y los niños ansiosos por la venida de “Santa Clous”,
y desde que dabas un paso a la aldea los dulces ya imponían su presencia, su
amigo de la librería Jeremy apareció, Jeremy, era un señor ya grande su barba
blanca hacía notar ya su edad, madurez y sabiduría, y siempre le guardaba a
Gael los mejores libros para que él los leyera.
Jeremy:
Oh Príncipe Gael, pero que gusto tenerlo de vuelta
Gael:
Jeremy, amigo pero que gusto verte de nuevo, recibiste todas mis postales de
los libros que leía en España
Jeremy:
Pero por supuesto, desde pequeño te encantaron las novelas, por cierto, pasa
más al rato a la librería te tengo uno especial para ti.
Gael:
Gracias viejo, te echaba de menos.-chocaron las manos y se fueron.
Al
llegar a la cabaña, busco la ventana donde para su sorpresa encontró a la más
hermosa mujer que jamás había visto en todo ese tiempo, se veía tan fresca como
una rosa en el verano, tan blanca como la nieve que caía en esa época, su
cabello parecían ondas trazadas de color café y sus ojos eran grandes y
hermosos como el cielo de azules, se quedó pasmado, ella alzó la vista y sus
miradas se quedaron pasmadas y en estado de shock era, un acontecimiento raro
como si estuvieran hechos el uno para el otro ambos sentía la necesidad de
estar juntos y nada más, pro sabían que ya se conocían y Charlotte
inmediatamente bajo la mirada al recordar que era el príncipe Gael y se
sonrojo.
Gael:
Bella doncella, pero porque bajaste esa hermosa mirada-dijo algo confundido
Charlotte:
Discúlpeme príncipe, no fue una buena educación de mi parte-y le hizo una
reverencia con su vestido de manta que tenía bajo del mandil navideño lleno de
colores que tenía puesto.
Gael:
No, no te molestes, siento que ya nos conocemos
Charlotte:
Soy Charlotte a sus ordenes príncipe Gael
Gael-Sorprendido
de que ella supiera su nombre recordó que ella era la niña con la que había
estado en la rueda de la fortuna- Me permites tu mano
Charlotte-
Lo miraba confundida y muy lentamente se
la dio, él la beso y sentía como sus mejillas cada vez se ponían más rojas
Gael:
¿Te acuerdas que jugábamos de pequeños, y de la… rueda de la fortuna?-dijo algo
penoso
Charlotte:
Si, si me acuerdo, te fuiste, bueno se fueron usted y el Príncipe Josh
Gael:
Por favor sin tanta amabilidad, nosotros ya nos conocíamos, recuerdas la feria
en esta misma época-dijo el Príncipe Gael tomándola de la mano.
Charlotte
se sentía muy apenada pero, recordaba muy bien esa noche de invierno, que era
tan dulce como su niñez y las manzanas con chocolate, pero recordaba como la
niñera de ellos la miraba con repugnancia y no quería que jugara con ellos, ya
que a partir de ese día ya no salía a jugar con ellos, y reflexionó que nunca
podrían estar juntos era tan extraño ese amor que empezó con tanta inocencia,
era imposible.
Charlotte
lo único que hizo fue agachar la mirada haciendo como que no recordaba nada, y
se fue a traer las canastas, el príncipe extrañado no dijo ya nada y sólo la
veía acomodar los dulces, no podía dejar de mirar su hermoso cabello y esa piel
tan blanca, Charlotte le dio las canastas y sólo le esbozó una sonrisa, Gael sintió
que en ese momento su corazón palpitara muy rápido le dio las gracias y se dio
la vuelta lo más lento posible y se dijo entre sí ~Me he enamorado~.
Llegó
a su casa, sólo faltaban dos semanas para noche buena, y sabía, tenía que
encontrar una excusa para ir a verla de nuevo. Su madre vio en su mirada algo
raro cuando regresó de la aldea, esa mirada inconfundible que tenemos todos
cuando nos enamoramos viendo todas las cosas y suspirando, los ojos con un
brillo tan especial, desde ese día Gael no dejaba de pensar en ella, Charlotte
se reflejaba en todo lo que veía.
De
repente se acordó que iría a la aldea por su libro, al día siguiente fue,
cuando estaba en la puerta Josh le preguntó a donde iría y que tenía ganas de
ir a tomar aire y bueno, lo acompañó, sin hacer más preguntas.
Mientras
tanto Charlotte, tenía la misma mirada, se encontraba en el puesto de frutas
con su amiga Dennis pero estaba totalmente en su mundo.
Dennis: Lotti, Lotti.. Charlotte!
Charlotte: ¿Qué? A
perdón, tres quilos de manzanas rojas por favor
Dennis: Lotti
has estado algo rara, ¿Te encuentras bien? ¿Quién era ese choco tan apuesto que
fue a verte ayer eh, picara.
Charlotte:
¡Niss! Por favor, no es un chavo cualquiera-se sonrojo
Dennis: Es tu
novio, porque se veían tan hermoso
Charlotte: Claro
que no es mi novio, si, viste esa mirada eran tan hermoso esos ojos cafés con
dorado, Niss eran tan hermosos
Dennis: Lo bueno
es que no es tu novio, me lo tienes que presentar
Charlotte:
Imposible Niss, el y yo nunca estaremos juntos por más que queramos,
olvidémoslo ya, mientras más rápido, mejor.
Ya iban de
regreso con las frutas para los dulces, cuando de repente chocaron con los
príncipes, las manzanas se cayeron y cuando Charlotte y Gael las iban a
levantar sus manos se entrelazaron al querer levantar una, sus miradas no
pueden decir otra cosa más que el significado del amor. Se levantaron y
ofrecieron ayudarlas, Charlotte al principio no quería pero Niss ansiosa y
emocionada dijo que si y el príncipe Josh se fijó en Niss.
Cuando empezaron
hablar más los príncipes y las dos jóvenes, las invitaron a la feria y ellas
dijeron que sí. El día de la feria ellos estaban muy emocionados, los papás de
los reyes ya sabían que ahí iba a ver amor, para ellos las clases económicas no
eran importantes y además, pensó el Rey tendríamos muchos dulces en la navidad.
Cuando Charlotte
llegó a la feria, estaba buscando a su amiga Niss, entró y de repente le dijeron
– Gusta un globo señorita- ella se volteó rápido y vio al príncipe Gael con
muchos globos de colores navideños, todos para ella, se los dio y se fueron a
buscar a los demás.
Charlotte:
¿Dónde estarán?
Gael: No lo sé
mi hermano salió rapidísimo.
De repente se
los encontraron comprando helado a los dos tomados de la mano, se veían muy
enamorados y felices, al ver esta demostración de amor, se vieron a los ojos y
Gael le dijo:
Gael: Charlotte,
tu yo sabemos que tenemos una historia de amor de niños, un amor inocente, me
fui, pero desde que te volvía ver no he dejado de pensar en ti quiero que
compartas mi vida conmigo, que vivamos juntos nuestra felicidad, todo lo que la
vida nos ponga enfrente, Charlotte quieres compartir la vida conmigo y la que
viene. Tú eres el dulce que hace mi vida la mejor, eres mi até.
Charlotte: Gael,
pero tú eres un príncipe y yo solo una plebeya ese es el asunto, y no creo que
pase como un cuento de hadas que de la nada vamos a decir que si y me aceptaran
tus papás porque eso solo sucede en los sue..
Y de repente la
beso, las palabras van y vienen pero un beso o una muestra de amor, lo dicen
todo, ese beso fue como viajar a través del tiempo, como si estuvieran por las
nubes y nada los podía interrumpir ni separar ahora. Su vida, como bien dijo
Gael se llenó de mucho amor y dulzura para todos. Años después se casaron y
tuvieron una hermosa hija la quien llamaron Gloria, era blanca como su madre y
la nieve, y sus ojos eran como el chocolate como Gael.
No hay comentarios:
Publicar un comentario