jueves, 22 de noviembre de 2012

"Mi Fábula"


Por Elizabeth Judith Huerta Avendaño

Había una vez un castor  leñador  que tenía dos hijos, ellos vivían en el bosque; un día el más pequeño de sus hijos enfermo de gravedad por lo cual el padre se quedo a cuidarlo y encomendó a su hijo mayor ir en busca de ayuda para su hermano.


Pero no siguió las ordenes de su padre pues pensó que no era nada de gravedad que tal vez en  lo que el llegaba al pueblo próximo estaría mucho mejor, entonces en lugar de ir a pueblo en busca del doctor y decidió ocupar la tarde cara estar con sus amigos, cuando el recordó lo que su padre le había pedido, apresuro su paso  para llegar al pueblo próximo donde se encontraba el doctor ratón y poderle llevar la ayuda a su hermano.
Al llegar con el doctor estaba asistiendo a otros animalitos y no quiso acompañarlo, el médico le dijo que solamente le podía acompañar al día siguiente.
El castorcito se quedo en el pueblo para que llevara al doctorcito a la mañana siguiente; entonces cuando amaneció y llegaron a su casa; su hermanito  ya había fallecido.
El castorcito comprendió que por su imprudencia  y por no poner atención a las cosas que se le indicaron, su hermanito, tuvo un triste final murió, comprendió que hay que darle importancia a todas cosas porque cada cosas nos deja una enseñanza, para crecer, se puso a pensar que si no hubiera perdido su tiempo jugando tal vez su hermanito seguiría vivo.
Moraleja: 
“Hay que darle a cada cosa su importancia, y en su debido momento el tiempo apremia”.

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